La puerta vieja
Yo he visto esa puerta
y me ha tocado el alma.
Mis dedos sedientos
de un pasado
de añoranzas,
se deslizaron
por la astillada madera.
Ennegrecida por el tiempo,
hermosa de juventudes
que partieron.
Sus grietas
aún me hablan.
Conmocionada me siento
por la aventura
de entrar por ella,
por los secretos guardados
detrás de su silencio.
Alta, envejecida,
¿cuántos pasos recibió
hospitalaria?
¿cuántos versos se escribieron
detrás de su misterio?
Su calma es estoica.
Su soledad
de antiguo roble
emana respeto.
Puerta de pueblo,
de caras tristes
que asomaron
por las rendijas
de sus vetas soleadas.
Hoy está sola,
y enmudece de pronto
entre gastadas paredes
de la serranía;
la puerta olvidada.
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