Me encanta contemplar, esas estátuas esculpidas en el frío marmol, por la belleza que encierran.
Pasear por el puerto, y ver esas barcas con su vela enrrollada en reposo.
En verdad, no son las imágenes de mi destino, sino que forman parte de mi vida.
Se me ofreció el amor, y me encogí ante su desilusión; el dolor, llamó a mi puerta, pero me daba miedo; la ambición me llamó, pero me aterraba la posibilidad.
Sin embargo, toda mi vida he estado hambriento de significado.
Y ahora se, que tengo que levantar la vela, y coger los vientos del destino, donde quiera que conduzcan el barco.
Dar significado a la vida, puede terminar en cierta locura, pero la vida sin sentido es la tortura misma de la inquietud y el deseo vago.
Es un barco, que anhela el mar y está lleno de miedo todavía, a pesar de los muchos años transcurridos!!.
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