Leyenda del Ñandutí
Narrador: Lino Trinidad. Hace muchos años había un joven, hijo del jefe de la tribu que por fuerte y veloz se lo llamaba “Ñandú Guazú”.
Un día se dio cuenta que estaba profundamente enamorado de una joven hermosa. Ellos habían creci- do juntos. Pero muchos jóvenes que andaban por ahí se interesaban también en ella. Ñandú Guazú, al darse cuenta de eso, expresó a la joven que quería casarse con ella. Entonces la muchacha le dijo:
–Nos casaremos si me traes un obsequio de verdad, que sea diferente de los demás y que no pueda ser reemplazado, así me demostrarás tu amor – le dijo.
Así también la joven explicó a los demás muchachos. En poco tiempo se juntaron en la casa tantas cosas bellas que llegaban de los alrededores. Se le traía co- llares hechos de plumas multicolores de aves, aretes de piedrecillas brillantes, pulseras de todo tipo y esas flores de las más bellas de nuestros bosques verduz- cos. Pero de entre esos regalos ninguno provenía de Ñandú Guazú.
A Ñandú Guasú no se lo vio más por allí. Había ido por el bosque a buscar algo precioso que pueda ablandar el corazón de la joven. Sólo quería encontrar alguna cosa que pueda traer para su amada.
De pronto encontró a un duende que estaba tejiendo una tela entramada brillante que lucía con los colores del sol. Ñandú Guasú esperó que se termine el tejido por la rama de un árbol y cuando iba a tomarlo para llevárselo a su amada, se le acercó “Yasý Ñemoñaré”, que andaba también entusiasmado por la joven y se enfrentaron en una larga pelea.
Ñandú Guasú venció a Yasý Ñemoñaré, pero cuando iba a tomar el preciado tejido, se soltaron los hilos y se deshizo la obra en sus manos. Después de mucho intentar, Ñandú Guasú quedó sin nada. Se sentó, so- bre un tronco seco a pensar.
Vió de pronto a su anciana madre venir hacia él. Al saber lo sucedido la madre arrancó sus cabellos blan- cos y empezó a tejerlos. Tejió de esa forma una obra preciosa, muy parecida a lo que hizo el duende, que podía ser acariciada y lavada sin deshacerse.
A la luz del sol, el tejido se transformaba en varia- dos colores, rojo, amarillo, azul, blanco al que llama- ron “Ñandutí”. Esto significa “canas de avestruz”.
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