Hay dos esferas del tiempo que generan mucha tensión en el ser humano: una es la esfera de lo que es importante, y otra de lo que es urgente. Por ejemplo: ante un incendio es importante y urgente tomar una decisión. Sin embargo, hay otra esfera del tiempo que colapsa nuestra mente sin necesidad. Es la esfera de lo urgente que no es importante.
Por el hecho de vivirlo como urgente aún sin ser consciente de ello, nos movemos con urgencia por algo que en realidad no es importante.
Esto produce tal desgaste emocional, que coloca a la persona en un alto nivel de ineficacia.
Si permitimos que esto continúe, estamos impidiendo que crezca el área de nuestro tiempo, en la que reside todo aquello que es prioritario para nosotros, aunque no sea urgente.
El tiempo es el único recurso que no podemos reponer, por ello debemos analizar dónde lo invertimos, porque si no es un valor seguro, corremos el riesgo de entrar en quiebra vital.
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