Nuestra aceptación de lo que es nos conduce a un nivel más profundo, donde nuestro estado interno, como el sentido del yo, no depende ya de que la mente los juzgue en buenos o malos. Cuando decimos sí a la vida tal y como es, cuando aceptamos un momento tal y como es, somos capaces de sentir en nuestro interior un espacio muy pacífico. En la superficie nos podemos sentir felices cuando hace sol, y menos cuando llueve. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no calan tan hondo. Son las en la superficie de nuestro ser. La paz de fondo que hay dentro de nosotros permanece inmutable cualesquiera que sean las condiciones externas.
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