Hay madrugadas amigos mios, que suelen trepar por la ventana de los ojos, para descansar en el fondo de nuestra retina. Cuando esto ocurre, se nos nubla hasta el entendimiento.
Hay otras, que se proponen con fuerza no dejarnos descansar.
También las hay, comparable con el transporte urbano nocturno
pues está casi vacío, solitario, apenas sin calor humano, lo único que se puede encontrar en el, es alguna que otra alma en pena,
que ha decidido vagar en la noche, buscando cobijo en ese autobús para cobijarse ante el frío de la noche.
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