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SECRETOS   DEL ALMA

Poemas y Relatos Reales o imaginados para deleite de todos

Un meditador llamó a la puerta de la conciencia y ésta le preguntó
quién era. " Soy yo, contestó el meditador, y la puerta no se abrió.
La persona no se desanimó y llamó por segunda vez.
Al ser preguntado de idéntica forma, contestó: "soy la voz
interior", pero la puerta tampoco se abrió. Lo volvió a intentar, y
al ser preguntado por tercera vez, respondió: " soy tú". Entonces
se abrió. La meditación había pulido tanto la mente que se había
convertido en un espejo que le devolvía su verdadera imagen.
Como un lago de aguas tranquilas en el que podemos reflejarnos,
ese es el estado mental que persigue la meditación.
El meditador emprende un viaje interior de retorno a su propia
esencia, al centro de operaciones desde el que se filtra e
interpreta la realidad, o los estímulos sensoriales que llamamos
realidad.
Cuando nos sumergimos en la meditación, no estamos trabajando,
resolviendo problemas, ni tomando decisiones. Pero, curiosamente
se ha comprobado, que meditar ayuda de forma significativa a 
realizar todas estas actividades. Es como si la mente, nos pidiera
un descanso para entregarse luego a las dificultades con cierta
agilidad. Hay problemas que se disipan en el curso mismo de
la meditación, porque son productos de la propia mente, y logran
desaparecer o relativizan al rebajarse la tensión. También se ha
demostrado, que la práctica regular agudiza la intuición, que
emerge lúcidamente tras el telón de los pensamientos. Merece
la pena dedicar unos minutos al día, a ésta práctica depurativa
que nos descarga de lo viejo y nos aporta lucidez.

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