La infelicidad en parte del ser humano,deriva de una misma
fuente; no ser capaz, de estar a solas y en silencio en una
habitación.
Esta hipótesis está vigente, ya que la mayoría de las personas
llenan sus agendas hasta los topes. Donde termina el trabajo,
empiezan las actividades de ocio, y el resto del tiempo, se cubre
con uno de los narcóticos más eficaces que existen:la televisión.
Lo que busca esta hiperactividad sensorial, es mantener ocupada
la mente a cualquier precio, pues nos inquieta encontrarnos a solas
con nosotros mismos.
Cuando dejamos de bombardearla con estímulos, la mente es
un espejo que nos devuelve nuestra verdadera imagen, y es
posible, que no deseemos enfrentarnos a nuestros fracasos
y miedos. Además de esa reticencia a mirarnos en el espejo
interior, hay otro motivo por el que vivimos sumidos en la
agitación.
Después del miedo a la muerte, tal vez, el más arraigado en
los seres humanos, sea el temor a perder el norte. Es un miedo
infundado, pues es más probable sufrir una alteración mental,
-además de graves dolencias físicas-, cuando se vive bajo
presión, que si se goza de calma y tiempo libre.
¡Como dice el budismo, la mente, es un diamante que espera
ser debidamente pulido!
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