Mis manos, no pueden traspasar el portal del sosiego.
Pasan la mayor parte del tiempo, escribiendo, dibujando
sonrisas, y paisajes preciosos...
Acarician, cuando tienen ocasión de hacerlo, reflejando
vivencias en blancas hojas de papel.
Tan sólo logran encontrar descanso, al llegar la noche.
Las manos son mi voz, mi aliento, la alegría y el silencio.
Al llegar el alba, ya están predispuestas para enfrentarse
a la rutina diaria, no temen la lucha ni el sufrimiento...
¡Siempre están dispuestas a cabalgar, como si de
potros anhelantes se tratara !!.
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