Hay instantes en la vida, que se sienten heridos al pasar por el reloj que nos marca el paso del tiempo, y mientras, nos limitamos a dejar que juegue nuestra alma patinando sobre un cristal azul. Esos precisos momentos, son aprovechados para que el diamante de una estrella, logre rayar el hondo cielo que nos cubre..
Hace escasos días,me quedé contemplando, como venía rojo el viento por el collado, pero se ha puesto verde, al pasar justamente sobre el río...seguro que más tarde, se pondrá violeta y amarillo cuando pase por los sembrados.
En ocasiones,el agua suele tocar su tambor de plata, momento que aprovechan de forma sensata y consecuente los árboles, para tejer el viento,- y mientras esto ocurre-, los rosales del jardín de la casa lo impregna con su perfume.
El agua que corre por el río, -no tiene entre otras-, la inmensa dicha de poder contemplar las estrellas.. lo mismo sucede con el caminante que no levanta la mirada, solo el que lo hace y se para sueña!!
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