Muere lentamente, quien no abandona la mesa de trabajo cuando
no es feliz en el, quien no se permite por lo menos una vez en la
vida huir de los consejos sensatos. Muere lentamente, quien no
viaja, quien no lee, quien no oye música, quien destruye su amor
propio, quien no se deja ayudar...
Lo hace quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de
la lluvia incesante. Quien abandona un proyecto, antes de iniciarlo.
Quien no pregunta de un asunto que desconoce. Todo ello podemos
evitarlo recordando siempre, que estar vivo exige un esfuerzo
mayor, que el simple hecho de respirar. Con la paciencia lograremos
conquistar la espléndida felicidad.
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