A la gente triste le disgusta la feliz, tanto como la feliz
aborrece a la triste; los que son rápidos de pensamiento
se ponen nerviosos con los calmados, así como los que
están desocupados no soportan a los que siempre están
ocupados. No toda la gente puede estar de nuestra parte,
por lo cual, tampoco significa que tengamos adversarios.
Hay personas con las que no podemos converger pòr no
existir un terreno común para la complicidad.Si queremos
forzar la situación con acercamientos obstinados, tal vez
sí que despertemos la hostlidad de los demás, de forma
un tanto especial si aparentamos lo que no somos en un
intento desesperado por agradar. Es mejor hacerlo de
manera franca.No nos elogiará toda la gente, pero de
ese modo gozaremos de ser nosotros mismos.
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