Luchar por la estimación de las personas que han decidido no
querernos, es una batalla perdida de antemano...
A la gente triste le disgusta la feliz, tanto como la feliz aborrece
la triste; los rápidos de pensamientos, se ponen nerviosos con los
calmados, así como los desocupados, no soportan a los que suelen
estar ocupados.
No todo el mundo, puede estar de nuestra parte, lo cual no significa
que tengamos adversarios. Simplemente hay personas con las que
no podemos converger por no existir un terreno común para la complicidad.
Si queremos forzar la situación con acontecimientos obstinados,
entonces tal vez si que despertemos la hostilidad de los demás, especialmente
si aparentamos lo que no somos en un intento desesperado
de agradar.
Es mucho más efectivo mostrarse de manera franca, y asumir con
naturalidad tanto el reconocimiento como la indiferencia
o la desaprobación...
¡No nos elogiará todo el mundo, pero al menos gozaremos
del placer de ser nosotros mismos!!.
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