Tenemos que encontrar una razón para nuestros
estados emocionales. En el extremo superior del
espectro emocional, creemos que la verdadera
alegría, es un efecto más que una causa.
Debido a esta creencia profundamente arraigada,
pasamos la mayor parte de nuestras vidas, persiguiendo
todo lo que causa el efecto de la alegría; puede ser una
relación perfecta, la fama, el lugar perfecto para vivir...
En el extremo inferior del espectro emocional, el juego
al que jugamos es la culpa. Culpamos cualquier cosa,
desde los alimentos que acabamos de ingerir, hasta
nuestras amistades, por la razón de que nos
sentimos mal.
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