Resulta, que es cosa de muy pocos, el ser independientes, creo que es privilegio de los fuertes, quien intenta serlo sin necesidad,
-a pesar de tener todo el derecho para erllo-, demuestra que no sólo es fuerte sino también temerario.
Si entramos en un laberinto, podremos multiplicar por diez las anguestias. El que nadie logre ver con sus ojos, como y donde
se extravía,se aisla, para ser despedazado más tarde, por un
minotauro cualquiera de la caverna de la conciencia.
Suponiendo que ésta persona perezca, la situación queda tan lejos de la comprensión de los humanos, que ni sienten ni compadecen. El que logra regresar al punto de partida, no
logra retomar la compasión de los semejantes.
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