Dibujar, jugar, hacer reír a los demás, son cosas
que permiten despegar las etiquetas que los adultos
adhieren con tanta facilidad: vivir en una cultura en
la que se pueda dar sentido a lo que nos ha ocurrido,
organizar la propia historia, comprender y dar son
los medios más simples de defensa, los más eficaces
y necesarios. Y esto quiere decir, que la cultura de
consumo incluso en aquellos momentos en que la
distracción resulta agradable, no ofrece factores de
resiliencia. Alivia durante algunos minutos, como
les ocurre a los espectadores ansiosos que logran
olvidarse de los tranquilizantes aquellas noches en
que ven la televisión.
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