Entiendo que fue un pecado inmenso el quererla tanto, pero es una fuerza irresistible la que siento por ella. La veía como el agua cristalina que corre por el arroyo, por esa razón, me pregunto que si tener sed es una culpa, entonces la culpa es mía. Me enteré de la existencia de otra persona que la quería, y ella le correspondía. Traté de olvidarla, pero fue como pedirle a la tierra fértil, que rechace las semillas en plena primavera. Si mi culpa ha sido amar, también es culpable en río que corre buscando el mar. ¡Ay Dios!! Si hablamos de culpa entiendo que el culpable eres Tu, por haberle proporcionado tanta belleza, y darme ojos para verla. Tu que escuchas ese lamento de dolor sin nombre, también la amarías si fueras hombre.
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