Os quiero decir, que hoy he visto llorar el mar. He sentido su
dolor, la misma brisa me lo ha traido, en unión de sus lágrimas
saladas. De espuma blanca se visten las crestas de las olas, para
acabar deslizándose por la fina arena de la orilla de la playa.
Hoy he visto llorar el mar, y su dolor he sentido. Lo miro
con cierta tristeza, mientras contemplo el vaivén de las olas,
que mecen vómitos con la finalidad de curarse de su tremenda
ansiedad.
Le solicito de forma encarecida que se cure lamiéndose sus
heridas para regresar a ser inmensa dádiva de vida.
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