No deberíamos jamás perder la inocencia que nos impulsa a proyectar nuestra vida tal como la deseamos. En realidad nunca somos mayores del todo. Día tras día, estamos decidiendo lo que queremos ser de mayores. Porque el ser humano está capacitado para crecer de forma ilumitada durante toda su existencia. Todos albergamos suficientes sueños, para llevar varias vidas. Pero al disponer tan sólo de una es esencial saber distinguir entre el grano y la paja, y volvernos en algo que merezca la pena, justificando nuestro paso por este mundo. Al final el sentido de la vida, no se mide sólo por los grandes proyectos, sino que habita en las pequeñas cosas. Nunca es demasiado tarde para que sepamos en realidad, lo que deberíamos haber sido.
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