Nos miramos los unos a los otros, como si fuésemos enemigos; y solo cuando nos revolcamos en la suciedad de nuestras miserias, nos damos cuenta de que somos enteramente iguales..
En el juego del amor, la infidelidad es una baza que puede surgir en cualquier momento de forma circunstancial. Por esa razón, cuando la sociedad proclama la igualdad de derechos, resulta cómico descubrir, que existe una disculpa para el hombre, cuando este es el autor del adulterio.. y que ese mismo acto, ejecutado por la mujer, sea siempre imperdonable inaceptable, y censurable...
Afectos idénticos, tienen sin embargo un ritmo distinto en la mujer y el hombre: por ello hombre y mujer, no cesan de malentenderse.
El amor como tal, es el cenit de la percepción humana, tan solo es capaz de amar, quien niega a su propio yo, en aras de la felicidad ajena.
Para terminar, os diré que en la venganza por un lado, y en el amor por otro, la mujer es mucho más bárbara que el hombre!!.
Debemos entender, que el adulterio no es más que el resultado inconcluso, de unas funciones fisiológicas, en las que una de las partes, no cumple su cometido.
El amor físico, pocas veces -por si solo-, proporcionará a la mujer, lo que ésta puede buscar en el hombre; en esa unión carnal, el alma está ausente, por la sencilla razón, de que nos hemos limitado a ser compañeros en el juego amatorio. Pero una vez terminado, nos imposibilita para que nos conozcamos mutuamente como desearíamos.
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