Si nos preguntamos como haya el sentido cualquier
persona de a pie, nos daremos cuenta que tenemos
tres caminos que nos conducen a dárselo a la vida:
El primero, es cumpliendo un deber o teniendo una ocupación.
El segundo es experimentando algo y compartiendo afinidades,
no solo tenemos que depender del trabajo, también se logra
mediante el afecto o el cariño.
El más importante sin lugar a duda, es el tercero: cuando nos
enfrentamos a un destino que no podemos cambiar es el momento
de dar lo mejor de nosotros, elevándonos por encima nuestro
para crecer más, para ello hay que hacerlo a través de la
transformación personal...
Esto es válido, para los componentes de la triada clásica
-dolor, culpa y muerte-, en la medida que consigamos convertir
el sufrimiento en éxito y un logro humano.
Hay que extraer de la culpa la oportunidad para cambiar
a mejor, viendo en nuestro tránsito por la vida,
un incentivo que nos permita emprender acciones responsables.
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