Una vieja máxima afirma que "odiamos en los demás aquello
que odiamos en nosotros mismos".Los otros son un espejo y
nos enfadamos con ellos, porque reflejan aspectos de nosotros
mismos que no nos gustan.
Cuando uno está libre de un defecto, es difícil que lo vea en
el otro en cambio, es muy común que quien denuncia un
vicio, esté profundamente aquejado de este mal.Por ejemplo,
las personas que se quejan de las críticas de otros, son las
primeras en criticar. Si en realidad, queremos aprender, es
bueno considerar a nuestros enemigos, como nuestros mejores
maestros.Pues las personas que nos hacen daño, son una
proyección del daño que nosotros mismos hemos hecho, o
que estamos en condiciones de hacer.
¿No será que no nos perdonamos a nosotros mismos por
ser como somos?.
"Errar es humano, perdonar es divino".
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