Me encanta presenciar tu silencio, sobre todo al levantar la mirada para contemplar el azul del cielo que nos cubre. Es entonces que te muestras como ausente de la tierra. ¿Desearías cabalgar a lomos de una estrella, y visitar de nuevo aquel idílico lugar en que nos conocimos? Me fascina tu mirada cuando se pierde en el intento de darle vida, a ese mundo que tanto deseas como propio. Has de saber que adoro tus sueños y tus deseos más fervientes. No puedes imaginar hasta que punto, quisiera sentirme cómplice de tus secretos, pues sin conocerlos a penas, siento la necesidad inperiosa de trasladarme hasta el lugar donde has decidido guardarlos. Nuestro corazón, tiene la dicha y la facultad de ser libre, por ello entiendo que debemos escucharlo.
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