Después de reflexionar un poco, empezamos a reconocer
que la mayor parte de nuestro infierno se encuentra, en
realidad, dentro de nosotros.
Es cierto que nos suceden cosas negativas, la gente actúa
mal, y el mundo es un lugar imperfecto...
Sin embargo, cuando pensamos realmente en ello, descubrimos
que nos suceden muy pocas cosas malas, y cuando suceden
pasan muy deprisa.
Pero tendemos a crear un sufrimiento infinito, a través de
nuestra interpretación de los hechos y las personas, de nuestra
visión de los acontecimientos: el problema no es lo que nos
sucede, sino como lo interpretamos y nuestra relación con
el sufrimiento.
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