Para ir a donde no se sabe, hay que ir por donde no se sabe.
Los caminos trillados conducen a lugares previsibles. Para ir
más allá de nuestras fronteras, debemos desatar nuestra
creatividad. Para ello, hay que dejar de separar las personas
creativas y no creativas, así como renunciar a los prejuicios
e ideas autolimitadoras que estrechan nuestro horizonte. El
problema no es tanto cómo hacer entrar en la cabeza ideas
innovadoras, sino cómo librarse de las viejas. Cada mente
es un edificio repleto de muebles arcaicos. Limpiemos un
rincón de nuestra mente, y la creatividad la llenará de forma
inmediata.
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