Un poema debe atrapar, ser redondo como una naranja,
silencioso como la noche, brillante como la superficie
pulida de un espejo, ¡como el cuarzo cristalino!!.
Un poema debe ser ligero y corto como el vuelo de un
jiguero. Debe mantenerse en el tiempo.
Tiene que combatir cuerpo a cuerpo entre los vivos y
los ausentes.
Debe resucitar la palabra salida de la boca o de la
cueva donde se forma, liberándola de la tierra que la
cubre bajo el tiempo-
¡ Bésame y recibiré el don de la palabra!!.
Se, que la luna no tendrá miedo alguno, pues verá
con los ojos bien abiertos a pesar de que la noche
sea oscura.
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