Por encima de multitud de tejados, la pasada noche, decidió
corretear con plena libertad, la tan traida y llevada nuestra
amiga la vanidad.
Ella mostraba cierto recato, pero su afán de notoriedad
la dominaba completamente.
Deambulaba por los tejados en la noche, haciendo acopio
de besos y suspiros escapados por las ventanas entreabiertas en la noche veraniega.
No debemos romper el encanto del viejo alquimista, al
presenciar el color del oro y la plata, a pesar de ser irreal.
Dejemos que persista el amor, en esas almas nobles que han
decidido pactar con el ,con sumo agrado.
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