Desmistiendo los tópicos que tenemos sobre un retiro
espiritual, lo que tenía que ser una experiencia plácida
y serena, se convierte en una tortura, pues el discípulo
se ve obligado a pegarse unos madrugones de órdago,
y a interminables horas de incómoda y tediosa meditación
mientras se ve enfrentado a los enigmáticos koans, las
preguntas disparatadas con las que el maestro de zen
tortura a sus alumnos. Estas son las experiencias vividas
en un monasterio zen japonés, en la década de los años
ochenta,de un escritor de novelas permaneciendo en
el mismo, por un período de un año.
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