Siembras de mi tierra.
Mi tierra es fértil, bello corre el río,
se mecen los botes en sueños de dos,
un alma que espera este canto mio,
un canto que vuela en alas de amor.
Si nunca me he ido, llamando a tu puerta,
con sones tan dulces que quizás no escuchas,
un fruto te guardo en presencia cierta,
dejado en el lecho de tu fe y tu lucha.
Mi campo tan fértil de mieles sembrado,
el tuyo, dorado, trigales de amor,
sonríen cercanos, serenos, pareados,
al cierto milagro del mortal dulzor.
Así, entre ambos no existe un oleaje
ni flama candente que muera entre penas,
solo playa y río, el sol es paisaje,
cuidado, querido, de tierras serenas.
El tiempo sacude tantas tempestades
en lluviosa tarde pasa todo invierno,
almas juntas somos ante las verdades,
del beso dejado en todo lo eterno.
María Martha Britos.
Cosecha de tú alma.
No solo es fértil, es bella entre ríos,
cuya luz no decrece, cuyo clima no enfría,
con luz de aurora que avanza paso a paso,
y se detiene inmóvil en pleno mediodía.
Tú sigues a mi lado, sinuosa y erguida,
sé que nunca te has ido, aún contracorriente
infinita en mi vida como umbral que convida
por eso de tus letras me he hecho residente.
Al borde de tú campo los juncos han temblado,
no por el aire limpio que apenas se apresura,
es que por fin unidos crearemos letras puras
porque me haces feliz componiendo a tu lado.
Sabes que nos une un inmenso y fiel recuerdo,
de letras que hablaban de playas, sol y ríos
y aunque la flama ardiente es solo un acuerdo
tan pronto leo tus poemas me calmo y me sonrío.
Quiero volver a veces la espalda a lo vivido,
a esas letras que han visto mi gozo y mi pesar,
caminar por sus playas, al borde del olvido,
y adentrarme en las aguas para no recordar.
Jesús Quintana Aguilarte.