Desafíos.
Que no digan los cantares de la noche,
que no digan,
que mi amor a ti, es un capricho de mi pensar solitario,
tan ajeno a las sombras de esa casa de mil sombras,
celebrando quizás que santo,
quizás que onomástico.
Porque en mis miradas hacia lo lejano,
llegas a mis brazos,
a mis labios,
como brisas de verano.
Que no digan las aguas de aquel riachuelo que no te
amo,
que no deseo que tu alma busque la mía,
para danzar por los…
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