Somos muchos, los que tenemos la dicha de sentir como nos envuelve con su acostumbrada suavidad. Ese elemento sin lugar
a duda alguna, es necesario para nuestra existencia.
Cuando se pone en movimiento, nos trae aromas y también suele llevarse consigo alguna que otra pena o desdicha.
Cuando se torna irascible, con su gran fuerza y poder, no tenemos más remedio que procurar, con nuestros escasos medios, aplacarlo en la medida que corresponda con la finalidad
de evitar males mayores.
Hoy deseamos que permanezcas callado y que guardes tus vivencias entre grandes masas pétreas. Si nos pudiéramos
incorporar al mismo, sería posible gozar del don de la ubicuidad.
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