Al Padre.
Quedan en el horizonte retazos de tu alma.
Solo minúsculos elementos de la real sonrisa
que recuerdo.
De tus manos surgían los arpegios maravillosos
de la sinfonia de la vida,
de aquel amor que solo tu sabias de su existencia.
Te recuerdo hablando de la existencia de lo
humano,
de cómo energías desconocidas formaron con
amor
los huesos y la carne,
el alma que viajó de quizás qué mundo para
unirse a los cuerpos ,y hacer de él un santuario
de el único Dios posible.
Te miraba desde el borde de la mesa, imaginándote
un general de batallones invencibles,
un héroe que babalgaba por inhóspitas praderas
de los reinos,
tú siempre
eras tu mi héroe de los cielos y de la tierra
el azul de los cielos,
el rojo de los fuegos.
No te veo en las aguas de los ríos,
ni en los vientos fuertes,
pero si te encuentro en la voz de mis pensamientos,
en lo teóricos campos de las ideas de lo que existe,
en mi corazón,
en mi corazón donde con certeza afirmo,
vives,
y vivirás mas allá donde estrecharemos nuestras
manos,
para decirnos con mutuo sentimiento
nos amamos,
nos extrañámos.
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