Creo y entiendo, que somos muchos, los que tenemos
un inmenso mar de silencio en el fondo del alma.
El paso de los años, suele incidir, en el tiempo
de nuestra dicha, ocurre, cuando el animal que
está alojado en nuestro interior, desiste en seguir vivo,
es entonces, cuando tan solo queda el ser como tal,
y su alma alterada.
Las amistades, llegada ésta situación, -una buena parte
de ellas-, casi no tienen cara, incluso las calles antes transitadas,
dan la ligera impresión de ser unas desconocidas.
La noche, se muestra algo misteriosa y llena de
peculiar embrujo, manteniéndose a la espera de contemplar
a su amiga inseparable la luna, alegre con aroma a menta
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