"Cada vez que vayamos a renacer, debemos romper
la cáscara del huevo que nos aprisiona".
La cáscara está formada de autocompasión, pero
también de miedo a responsabilizarse de la propia
vida y pasar a la acción.
Dentro del huevo, los viejos traumas procuran un
sentimiento de familiaridad, ya que uno acaba
haciéndose amigo de sus penas, mientras que
afuera se halla el camino a recorrer, la incertidumbre.
Esto explica, por qué hay tantas personas que
parecen resistirse a salir de su postración.
En principio, a nadie le gusta la infelicidad, pero
buscar la felicidad es un duro trabajo que requiere
una entrega considerable.
Quizá, una condición previa a todo proceso de
recuperación, sea la voluntad de renacer...
Dejar morir el tipo de vida que nos ha hecho sufrir,
y ser capaces de inventar una nueva según nuestras
propias reglas y valores
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