Te considero y comparo con un sueño agradable, y con el viento
intangible del amanecer. Tu alma al llegar a mi vera me estremece,
eres mujer de alto y largo vuelo como las águilas imperiales. Eres
para mi un enigma que se pierde en un temor inmenso y verdadero.
Espero que cualquier mañana, un rayo de sol me despierte de ese
encanto y me consienta darle un nuevo sentido a mi forma de vivir,
hasta el día de hoy algo inconsecuente. Llegado ese momento se
verán truncados mis desvelos, así podré penetrar en el interior
de tu mágica dulzura, y de tu alma hinchada como una vela por
el viento de mis suspiros...
Debido a tu prolongado silencio, terminas abriendo el portal de
mis sentimientos logrando incitarme al suplicio del encierro.
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