Somos muchos los que tenemos a nuestro alrededor, gente que al poco tiempo de estar con ellos nos transmiten su energía, y con quienes sin saber muy bien, nos sentimos de forma agradable. Pero también hay gente que al relacionarnos con ellas y muy a nuestro pesar, nos deprimen, nos entristece y consumen nuestra energía. Todo esto nos ocurre porque nuestra relación con los demás, cada día y en cada ocasión, nos contagian sus emociones. Esto explica el morivo por el cual solemos llegar al fin del día, con un humor al que no sabemos dar una explicación. Sin que ocurra nada especial, podemos sentirnos eufóricos y optimistas, o bien apáticos y abatidos. Nuestro balance anímico, dependerá de las emociones que hayamos cambiado al cabo del día. Tomar conciencia del contagio emocional, puede dar un giro de ochenta grados a nuestras relaciones y nuestra vida.
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