Tres cosas hay que recordar. Una es hacernos conscientes cuando el acto está sucediendo. Esta es la primera dificultad. Tomar conciencia del acto mismo.
La segunda dificultad es atrapar el pensamiento cuando está surgiendo.
Esto solo puede hacerse, cuando hemos cruzado la primera barrera...
El pensamiento no es muy sólido, pero si lo suficiente para que lo veamos; solo tenemos que practicar un poco.
Sentados en silencio simplemente, observaremos nuestros pensamientos: como surgen, como toman forma, como se quedan, como hacen su nido, y como después nos abandonan.
La tercera dificultad, es actuar antes de que el pensamiento se produzca, es decir, cuando es un sentimiento.
Si somos capaces de tomar conciencia del pensamiento, entonces, tarde o temprano, seremos conscientes de los sutiles matices del sentimiento.
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