Existen diferentes clases de abonos para cultivar nuestra vida,
así como los errores que cometemos cotidianamente.
Hay dos maneras de trabajar nuestra existencia: dedicarse a
buscar la causa de los problemas, o concentrarnos en descubrir
las soluciones. Es decir, podemos ser jardineros expertos en
malas hierbas, o bien descubrir las flores más seductoras.
" Cuando haya diversas soluciones, debe escogerse siempre la
más simple" Hay dos reglas:
1.- No hagas cambios en aquello que funciona.
2.- Cuando veas que algo funciona, incrementa tu actividad en ello.
Del mismo modo, cuando comprobamos que un determinado
hábito, acción o línea de pensamiento nos proporciona frutos
amargos, debemos cortarlo de raíz. Si no queremos tropezar
siempre con la misma piedra, tenemos que estar atentos a las
causas y efectos. Las emociones que cultivamos, se convierten
en pensamientos, y estos se convierten a su vez en acciones.
A fuerza de actuar de determinada manera, acabamos implantando
unos hábitos que resultan difícil de cambiar, ya que los integramos
a nuestro carácter. Al llegar a este punto, muchas personas se
excusan en su incapacidad para cambiar y se justifican diciendo:
" Es que yo soy así". Esta afirmación equivale a frenar en seco
nuestra capacidad de crecer, mejorar y decidir sobre nuestra
vida. Cada vez que decimos, "es que yo soy así", nos
anclamos al pasado dejando nuestro jardín interior a su suerte.
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