Hay noches, que deseamos contemplar la luna con su resplandor,
y el regreso de las gaviotas, a las rocas
del acantilado.
La otra noche, al besar sus labios, creí oler a azahar..
Sus ojos, color miel, sus pechos igual que azucenas, antes de
nacer las hojas, sus pezones como jazmines jóvenes en flor..
Pero el dulce y agradable aroma de su cuerpo, a todos ellos
vencía.
Tenía la paciencia de un árbol de raíz amarga, pero de dulces frutos.
¡Somos muchos los que sabemos, que la luna y el amor,
cuando no crecen, disminuyen!!
En ciertos momentos pienso que el premio de quien escribe,
duerme tímido en el corazón de quien desea ser lector.
¡Hay dos clases de seres humanos, los que hacen la historia,
y los que la padecen sin tener alternativa!!
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