Recuerdo que nuestras manos, trataban de encontrar, tesoros
escondidos, detrás de cada gesto..
Nos sentíamos, embargados al mismo tiempo, por el placer
y el miedo caminando de la mano.
Nuestro deseo, era poder acariciar, -llegada la noche-,
las estrellas de porcelana, con dulzor de almíbar, hasta
convertirlas en fugaces designios de locura consentida.
Nuestros ojos, decidieron fijarse, en los rincones
del dolor y las risa, para conocer y saber un poco más,
a cerca de los silencios, que poco a poco, intentan
resbalar con extremo sigilo, por ese horizonte
hoy por hoy, difícilmente alcanzable..
¡Qué gratos recuerdos!!
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