Entiendo que son muchas las personas, que desean poder sentir
en esas noches de clara luna,
unos brazos ceñidos a su cintura, y unos labios de pasión en unión
de una mirada complaciente. El pasdo día, me quedé embelesado
al contemplar esa fugura con armonía casi perfecta, que se cruzó
en mi deambular cotidiano. Alegres sentí que ambos nos
encontrábamos al mirarnos en esa tarde morada de violetas, e iniciar
un ligero paseo por esas plazas, salpicadas de balcones con sus
correspoendientes rejas, conteniendo macetas repletas de geranios
y azucenas.
Más tarde al separarnos y enfrentarme a la noche inicpiente,
temblé por haberme perdido entre la sombra, por ello decidí
bebereme suspirando la menta de su aliento.
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