Alguien que alimentaba grandes dudas, quiso tratar
de saber en que consistía el ayuno del corazón, y por ello
le preguntó a Confucio.
El gran maestro con gran firmeza respondió:
Para ello, has de concentrar tu voluntad, procura no oír con
tus oídos, sino con tu mente y también con tu espíritu...
Deja que tu facultad auditiva, cese en tus oídos.
Que tu mente cese con sus imágenes...
Deja no obstante, que tu espíritu sea como una página en
blanco y responda pasivamente a todo lo externo.
En tan abierta receptividad, sólo el Tao puede habitar.
¡Y esa abierta receptividad es el ayuno del corazón!!
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA