Es medianoche la luna brilla en el cielo, y el suave viento
ondula el agua tranquila del estanque. Me siento viajero
por los mares de la vida, pero del mismo modo que las
aves desean regresar a su nido en noches de tormenta,
el viajero tiene necesidad de regresar a su punto de
partida.
En estos momentos, me siento isla solitaria en medio
del mar de la vida, prosigo con mi caminar apreciando
en la lejanía, como tiemblan lás últimas estrellas en la
noche cerrada.
Creo que podré soportar la situación, con bastante
entereza y templanza, pues no en vano los años son
una asignatura más de la escuela de la vida.
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