Muere lentamente, quien no abandona su puesto cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto, para ir detrás de sus sueños, quien no se permite, por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente, quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente, quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Quien abandona un proyecto, antes de iniciarlo, quien no pregunta a cerca de un asunto que desconoce, o no responde cuando le preguntan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre, que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia, hará que conquistemos una buena felicidad.
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