En determinadas ocasiones, resulta grato ver y comprobar como se
escapa el tiempo entre las pestañas de la noche. Es bueno poder
resignarse al contemplar las manos vacías, de tanto dispensar
caricias.
Apenas queda música para componer melodías dirigidas al
atrevido e intrépido futuro. Muchas veces, nuestros ojos no
sirven para contemplar algunos gestos enmascarados, ni para
divisar caminos que terminan perdiéndose en la lejanía...
De un tiempo a esta parte, he comprobado como parte de la
tierra se transforma en cemento gris, al soportar tantas voces
calladas y las sonrisas revestidas de máscaras carnavalescas.
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