La brisa de la tarde, acariciaba las hojas de los sauces
ubicados en las orillas del río..
En ese mismo instante, me sentía igual que un náufrago,
en el mar del deseo..
Acudió a mi mente, el deseo incontenible de volver a beber
de tus labios, para asimilar el néctar que transmiten.
¡Me siento inundado por la fragancia de los lirios salvajes!.
La tarde, a medida que declinaba, me hacía llegar un agradable aroma
a membrillo, mientras seguía alentando la idea de acariciarte
bajo éste cielo donde las estrellas se sienten temblorosas..
Parece, que la mañana, se incorpora luminosa, allá, entre el mar
y el cielo, sobre la línea que separa los dos azules imperios.
Ahora son sus ojos, el lugar donde guarda el amanecer sus pétalos,
esos ojos de agua clara, donde solían acudir las gacelas,
para mitigar su sed, después de su largo periplo..
¡Yo, soy invierno a ti te veo primavera!!
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