Pinturas.
Como el artista que firma su creación maravillosa,
donde ha dibujado, los extensos horizontes de las
grandes aguas,
o la montaña que deja ver entre sus orillas,
los valles y sus sombras,
he tratado en los lienzos de esta vida, pintar
lo humano de mi alma,
haciendo de mis actos un concepto digno, del
hermano que he conocido,
sintiendo como mío su dolor que lo agobia.
Porque humano no es la predica religiosa, del
domingo a mediodía,
es llorar en lo profundo del pensar sublime, por
aquel hombre que posee menos que mis ropas.
Salir del enjambre de los inconcientes,
dar un pan y no las sobras.
Mucho más,
Mucho más,
sentarse en las escalinatas de esta vida, y extender
las manos,
cobijando el ajeno mirar de aquel hombre en la
noche sin estrellas.
No es necesario ser un santo,
ni menos ser el Dios de la misericordia,
solo humano,
solo humano que pinta universos de convicciones,
que durarán mas allá de toda la historia.
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