Teatro de amor… dulce espectáculo
Hacer el amor aquellos días fue un delicioso espectáculo protagonizado por dos rebeldes de la vida
El escenario dejaba ver los muros grises de una posada, con una cama y una pequeña lámpara. El telón, conjunto de sábanas caídas al piso, arrastradas por la furia de esos cuerpos que se amaban sin límites en cada encuentro tortuoso.
Al encenderse la pasión de esos dos seres, sus almas se convertían en pájaros del amor volando sobre nubes de ilusiones.
En las paredes de la habitación se reflejaba la silueta de dos cuerpos sudados, extasiados y sumergidos en las más deliciosas escenas de goce y placer vividas en aquel teatro de amor.
El día se hacía perfecto para desnudar sus cuerpos.
Éran dos gaviotas coexistiendo en un mundo de idilio eterno.
Sus cuerpos erán azotados fuertemente con caricias. Era una guerra de deseo, fuego, ganas.
La ducha, escenario donde se ahogaban apetitos voraces de cuerpos vibrantes de delirios y ganas escondidos en cada poro, sueños desenfrenados descubiertos en cada respiración.
Aquellos rebeldes, se entregaban sin pudor, con caricias, besos lujuriosos, encendidos como el color púrpura de la pasión. Besos de deseo Besos de tribulación de dos almas aprovechando los pequeños minutos robados a sus vidas.
Así son los encuentros de los amantes, de los rebeldes de la vida. Una lucha por vencer el tiempo, por romper las máscaras de la vida, por quitarse el antifaz de decencia absurda.
Caretas mudas.
Caretas sordas.
Mundo de hipocresía, en donde el amor de los amantes es condenado por una sociedad que acaricia la idea de un amor prohibido.
El amor prohibido:
El más puro,
El que no espera nada,
El que todo desea,
El que nada recibe,
El que todo lo da.
El amor de los rebeldes, es aquel que desgarra el alma. Amor que gime, llora, grita, se carcome por dentro, por fuera.
Amor, que cubre las heridas con miradas y sonrisas cargadas de esperanzas, con pensamientos silenciosos callados por los besos, se alimenta con pedacitos de ternura guardados en sus sueños.
El amor de los amantes no es un amor creado por leyes egoístas. Leyes inventadas alguna vez por quienes no creen en la esperanza y tratan por eso de cortar las alas al amor.
NO!!!
El amor verdadero es aquel nace bajo la libertad, bajo el sol inclemente, bajo la ternura de una sonrisa y la dureza de la pasión.
Hay noches que se desata en mi piel una tormenta de sueños húmedos, entonces, en mi imaginación, me meto despacio dentro de ese mar de ternura, y como una joven traviesa me escapo con la brisa del viento y me dejo seducir tratando de sentir en mi cuerpo la libertad de amar de los amantes.
Aida Viloria
Maracaibo-Venezuela
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