Su frente relucía por la aplicación de un oleo sirio.. sus miembros-de mármol rosa de Carrara- estaban desplegados-como una tienda al mediodía, hacían palidecer a la luna..
Su larga cabellera, tenía el color de una gema amarilla igual que a la que llevan los mercaderes del Kurdistán, cosida en la orla de su manto.
Su faz, era como el mosto que cubre una cuba de vino nuevo..
los mares, no podían añadir nada nuevo, a la perfección del zafiro de sus ojos.
Su cuello fuerte y suave, era blanco como la leche. Su pelo una fina trama de venas azules, con extrañas perlas incorporadas que parecían gotas de rocío congeladas.
Sobre su pedestal de nácar y pórfido, brillaba con demasiada intensidad, no resultaba nada fácil el poderla contemplar..
Sobre su pecho de marfil, centelleaba la maravillosa esmeralda del océano- esa misteriosa joya de reflejos lunares- que algún buceador de los abismos de Cólchide, encuentra entre las olas- cada vez más negras- para después ofrecerla a la Magade Colchis.
Ante ella, corrían unos coribantos desnudos con guirnaldas de pámpanos.. y una fila de altivos elefantes se arrodillaban rindiéndole pleitesía..
Un pequeño grupo de nubios negros se acercaban por la avenida pavimentada de granito, provistos de abanicos de móviles plumas de pavo real, mientras contemplaba el escenario, ella, se acercaba a sus labios, su copa preferida elaborada de fino crisolito
¡Tienes que ser miembro de SECRETOS DEL ALMA para agregar comentarios!
Únete a SECRETOS DEL ALMA