Mis manos recorrieron su agradable cuerpo. Mis labios han
decidido pasear por su bronceada piel, resultado del sol
reciénte de la estación veraniega.
La noto valiente y decidida a entregar su templo húmedo
y cálido. Mi boca huérfana de la suya, se lanza al camino,
pero se encuentra con una pared muy sólida, detrás de la
cual,se guarda con celo los secretos del alma.
Ambos sin apenas emitir palabra, acordamos entregarnos
mitigando el cosquilleo que recorre el cuerpo, al recibir
ese amor sin condiciones.
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